Hace menos de una semana hice más de 12 llamadas de validación para el re-lanzamiento de mi curso The Brand Lab que me entregaron ORO.

Más de 12 personas me prestaron 20 minutos de su preciado tiempo y pude darme cuenta de ciertas cosas que yo suponía bien – y que no eran tan relevantes – y otros golden nuggets de información que fue como: 

Pero no fui siempre así de matea… validación, ¿a quién no le carga esa palabra?

Era lo primero que te pedían hacer en la universidad: hacer encuestas, validar, testear, iterar, y volver a encuestar… me hace mucho sentido que ni a mi ni a mis compañeras les guste esto, somos personas creativas, soñadoras, con ganas de investigar cosas más entretenidas que hacer encuestas.

Más encima la encuesta siempre revelaba lo que ya sabía, otsea: total waste of time.

Con el paso del tiempo, durante mis veintes, me di cuenta que si es importante poder hablar con las personas y pedir opiniones, sobre todo cuando volví de mi viaje y quería entender qué cosas valoraba mi audiencia de mi público anterior y qué cosas necesita ahora.

Pero adivina qué: fue la peor encuesta que he hecho en mi vida!

Todas las preguntas dirigían a a la respuesta que yo buscaba, ninguna me daba insights o golden nuggets de información que me pueda servir para replantear las cosas.

Estaba tan enamorada de mi producto que si alguien me decía qué necesitaba, yo siempre tenía una respuesta para hacerme sentir que estaba en el buen camino.

¿Y sabes qué paso?

Creé algo para MIS necesidades, sin entender qué es lo que necesita realmente el cliente.

Como habrás escuchado: el cliente es todo.

Me costó unos buenos años entender eso y salir de mi comodidad de hacer algo que a mi me complaciera para hacer algo que es realmente de primera necesidad.

Obvio que pude vender zapatos luego de la validación, pero si hubiese extraído estos conceptos antes, estaría ahora con una tienda en Alonso de Córdova que no la tengo. Pero está perfecto, tenía que pasar para poder estar ahora escribiéndote esto.

Verás, cada persona vive en su propia individualidad. Suena rudo decirlo pero es verdad. Cada uno está interesado en estar bien, que su familia esté bien, estar bien de salud, pasarlo bien. Cada uno gira en su propio mundo y nosotros como marca tenemos que ser capaces de leer eso y captarlo.

Necesitamos entender que lo que queremos hacer – que quizás es una tremenda idea en nuestra mente – es algo que realmente lo necesitan y también entender cuál es la intersección de algo que los demás necesiten y lo que tu puedes entregar.

Como me encanta decir… equivócate barato y levántate rápido.

Ahora te daré 3 tips para hacer una validación a tiempo: 

Conoce perfectamente a tu audiencia:

Si intentamos validar con gente que no le interesa nuestro producto o servicio, claramente no vamos a llegar a puerto. Esta persona, tu cliente ideal, es la persona que quiere y necesita exactamente lo que estás creando.

Necesitamos entender quién es, cómo es su día a día, qué tipo de trabajo tienen, qué hacen en su tiempo libre, qué les apasiona, qué les frustra, qué les quita el sueño.

Si quieres aprender más sobre cómo identificar a tu cliente ideal, revisa este post que escribí para que te de mayor claridad.

Haz preguntas que realmente importan:

 El clásico error es preguntar: qué prefieres ¿A o B? ¿Cuánto pagarías por esto? ¿Lo comprarías?

Y querida, créeme que recibirás muchos; si que lindo, pagaría mil dólares por eso! Pero eso NO significa que realmente lo vayan a pagar, porque quizás no lo necesitan.

Mi consejo acá es: ten una mente TAN abierta a hacer pequeños – o grandes – cambios en tu propuesta según lo que te dicen para que realmente se queden locas esperando a que saques tu producto o servicio.

Conversando por teléfono o en persona vamos a poder descubrir mejores insights que en un SurveyMonkey o GoogleForm ya que podemos ver / escuchar su expresión y entender aquellos quiebres de voz por si tocamos un nervio emocional.

 Preguntas podrían ser:

• ¿Cuéntame de tu (relación/negocio/dieta/etc) como se ve hoy…
• ¿Cómo es un tu típico día de la semana?
• ¿Cuál es tu parte favorita del día o la semana y cuál es la menos favorita?
• ¿Cuál es tu mayor frustración con respecto a (tema)?
• ¿Si tuvieras una varita mágica que te diera los resultados que quisieras, cuáles serían estos?
• ¿Qué has intentado que no ha funcionado?
• ¿Dónde pasas más tiempo: en el mail, IG, Facebook, Linkedin…?
• ¿Cuáles son las cuentas favoritas que sigues?

Escucha más, habla menos!:

No te pongas como loca a escribir mientras escuchas lo que te dicen. Intenta tomar apuntes cortos o grabar la conversación – pidiendo permiso antes – para poder registrar tranquila aquel levantamiento sagrado de información.

Si estás en grupos de WhatsApp o de FB, pregunta también cosas claves por ahí, busca artículos en el tema, busca los reviews de libros de Amazon para ver qué oportunidades encuentras – pero ojo! No te leas el libro ni te desanimes buscando cosas y encontrando cientos de miles de páginas que hacen lo mismo.

Lo que queremos buscar acá son golden nuggets de información que nos pueda decir dónde está nuestro cliente ahora y qué es lo que necesita.

Acampando en su mente, entendiendo su día a día, sus frustraciones y sueños, vamos a poder armar un producto o servicio mucho más potente a que si sacamos las cosas por lo que nosotras creemos que se necesita.

 A no ser que tengas una bola de cristal o una lámpara mágica.

Si te gustó este post y te gustaría recibir a tu mail información DI ORO semanal, regístrate aquí!  No spam, pinky promise!

Un abrazo,